Clive Crook

Europa tendrá que aprender a vivir con las vacilaciones

El presidente Barack Obama no estuvo en Washington el fin de semana cuando los primeros misiles golpearon objetivos en Libia.

Por: Clive Crook | Publicado: Martes 22 de marzo de 2011 a las 05:00 hrs.
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El presidente Barack Obama no estuvo en Washington el fin de semana cuando los primeros misiles golpearon objetivos en Libia. Mientras EEUU iba a la guerra el fin de semana, la tercera bajo su mando, se fue a Brasil para hablar de comercio. Pudo cancelar el viaje, pero la Casa Blanca prefirió seguir adelante. La ausencia del presidente reafirmaba la postura de la administración: EEUU apoya los ataques contra el comandante Muammar Gaddafi, pero no fue el primero en insistir en ellas y no está a cargo.



Este no es el tipo de liderazgo al que mundo está acostumbrado. Por otra parte, es la postura que buena parte del mundo, la parte sobrecogida por la elección de Obama, dijo que quería. Ahora lo tenemos, veremos cuanto dura y lo bien que trabaja.

Como era de esperar, los halcones de política exterior en EEUU no están impresionados. Dicen que Obama vacila. Mientras los aliados armaban su coalición y conseguían la resolución de la ONU, Gaddafi consiguió ventaja. Ayudar a los rebeldes habría sido sencillo hace dos semanas. Puede que ahora los aliados deban supervisar una partición del país, con Gaddafi quedándose.

Una cosa es oír esto de los halcones estadounidenses. Es otra oírlo de algunos europeos. Obama nos ha fallado, dicen. Se ha perdido un tiempo precioso.

No hace mucho, Europa se quejaba de que EEUU era un matón. No hace mucho, Europa estaba extasiada con la elección de Obama porque no era su estilo. Uno pensaría que, tras añorar un presidente cauto, reflexivo y respetuoso, y tras mostrar su desprecio por George W. Bush porque no era ninguna de esas cosas, los europeos dudarían en decir: “El tiempo de hablar se acabó. Empiecen a disparar”.

Ambos tipos de críticos –los halcones estadounidenses y los multilateralistas militantes europeos- tienen razón al decir que las vacilaciones demoraron los ataques aliados y complicaron la misión. El problema para los multilateralistas es que la demora está incorporada en el sistema que defienden. Si uno no tolera las vacilaciones, es mejor no pedir la autoridad de la ONU para una intervención militar.

Los europeos dicen que un mejor liderazgo de EEUU habría llevado antes a los aliados a la acción. ¿Cómo? EEUU tenía buenas razones para ir detrás del Reino Unido y Francia: Le preocupa, acertadamente, inflamar el sentimiento en su contra en el mundo islámico. Y los recursos militares de EEUU ya están sobreexigidos. El Pentágono estaba reacio a esta misión y manifestó en público sus reservas. Un presidente sabio no descarta tales consejos con ligereza.

Desafortunadamente el precio del multilateralismo no se limita a las demoras iniciales. Es duro pelear por comité. Tanto se destaca este prodigio de cooperación que la coalición debe mantenerse a cualquier costo. Suponga que la lucha es más dura que lo que los aliados esperan. ¿Estarán de acuerdo en cómo o cuándo escalar? Se ha enfatizado el apoyo de la Liga Árabe, ¿quiere decir que tienen veto sobre la campaña? Eso sería incómodo, considerando que su jefe dijo el domingo que los ataques aéreos no era lo que había anticipado.

En breve, el escepticismo está bien arraigado. Pero las ventajas del multilateralismo son, incluso desde el estrecho punto de vista estadounidense, atractivas. La legitimidad a ojos de otras naciones tiene valor en un mundo donde el poder blando cuenta. En Libia, los aliados están haciendo lo correcto y, esperemos, ganando amigos. En tiempos de estrechez fiscal, es mejor compartir la carga.

Es difícil exagerar cuánto depende del resultado. Incluso si el régimen libio cae, habrá momentos en que los aliados lamenten hacerse cargo de las consecuencias. Si todo sale bien, Gaddafi se irá, se restaurará la paz y Libia avanzará hacia la democracia. La acción colectiva bajo la autoridad de la ONU habrá anotado una enorme victoria. Si la empresa se alarga o colapsa, las relaciones internacionales irán hacia el otro lado.

Un imponderable es la visión de los votantes estadounidenses. El ánimo ha sido contrario a la participación de EEUU. Si todo sale bien, los votantes cambiarán de postura y estarán orgullosos. Si no, no les preocupará la legitimidad internacional y en cambio preguntarán por la legitimidad en casa. Si esto es otra guerra, ¿dónde estaba el Congreso? ¿Las decisiones de quién, exactamente, ponen en riesgo a las tropas estadounidenses? ¿Y por qué no estaba el presidente en la Oficina Oval cuando comenzó todo esto, explicándole su decisión al país?
Tenía una reunión en Brasil.

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